


Uno de los primeros en hacerlo fue Don Celestino Navajas Matute, de una familia de hondas raíces en Fuenmayor, quien fundó su bodega en 1870 en Fuenmayor.
FUNDADORES DE LA RIOJA MODERNA


















MÁS CONOCIMIENTO
Don Celestino demostró una gran visión de futuro enviando a su hijo Alejandro a estudiar en Burdeos, quien años después adquiriría una finca cuyo nombre denominaría no sólo a uno de los barcos de su naviera sino al centro del negocio familiar “Bodegas El Montecillo. Alejandro Navajas Cosechero".












JOSÉ LUIS NAVAJAS, TERCERA GENERACIÓN
Estudia en Borgoña y se convierte en el gestor de la bodega familiar, impulsando la calidad y el éxito de los vinos al introducir técnicas innovadoras en Rioja, como la vinificación en frío.










LA FAMILIA FUNDADORA CEDE EL TESTIGO
Al no tener descendencia, José Luis confía el legado de sus ancestros en otra centenaria familia vitivinícola: Osborne, quien adquiere Bodegas Montecillo.









MEJORA CONTINUA
La familia Osborne consolida el espíritu visionario de la familia fundadora, construyendo nuevas instalaciones de elaboración en Navarrete para lograr la expansión internacional de los vinos de larga guarda, auténtica insignia de nuestra marca.



Con la llegada del nuevo siglo se redefinen nuestros estándares de calidad, introduciendo desde depósitos Ganímede ® y flextanks para vinos singulares hasta sistemas de control por geolocalización. Entre otras cosas, se estipula también una renovación constante del parque de barricas.
PASIÓN POR LA CALIDAD













Se renuevan las instalaciones de enoturismo y la marca Montecillo presenta su nueva imagen: una vuelta al origen, a los valores de siempre, a la autenticidad de Rioja y a nuestra vocación de trascender.
UN NOMBRE ETERNO










El vínculo con la tierra es el fundamental. Hoy celebramos 150 años de trayectoria con gran orgullo y profundo respeto y brindamos por los que vendrán.
¿CÓMO CONSEGUIMOS 150 AÑOS?






El vínculo con la tierra es el fundamental, pero hay más. Un conocimiento profundo del viñedo, de la elaboración y un camino de innovación que trasciende generaciones. Un compromiso con el lugar, la tradición, los viticultores. Un respeto reverencial por el trabajo silencioso del tiempo, de la vida. Hay también un carácter decidido, un orgullo de pertenencia y la pasión por crear grandes vinos de larga guarda, nuestra insignia. Hoy celebramos 150 años de trayectoria con gran orgullo y profundo respeto y brindamos por los que vendrán.
